lunes, 25 de abril de 2011

EL SIGNIFICADO Y ORIGEN DE LA BECA COLEGIAL

A causa de la proximidad del acto colegial de clausura de curso e imposición de becas hemos hecho una pequeña investigación sobre el tema.

Siguiendo al profesor Enrique Alarcón, que trata de investigar el origen histórico del término, debemos apuntar que pueden ser dos los lugares a los que recurrir para establecerlo. 

Uno, el latino vitta, que dio origen al italiano antiguo beca, que significa “liga”, aquello que te liga a algo o a alguien, que te vincula, en este caso a una institución, a una comunidad humana. Quizás de ahí pasó a la nomenclatura universitaria española, pues, en el siglo XVI, el modelo de su atuendo era el del Colegio de los Españoles de Bolonia. 

Otro término casi homófono, bécah, era en hebreo sefardí la medida de medio siclo, es decir, siete gramos, o la moneda de plata u oro con dicho peso. Se ha sugerido que podría haber dado lugar a la acepción de beca como ayuda a la manutención de los estudiantes. Corominas, el autor de esta hipótesis, no encontró un fundamento textual a este significado, pero hace pocos años se editó el Liber praepositorum del Colegio de la Sorbona, y allí el profesor Alarcón encontró precisamente esta acepción de medida de valor. Hay una palabra semejante a beca, bachalarius: en efecto: el sefardí becah puede pronunciarse también bacah, ya que en las lenguas semitas sólo son significativas las consonantes, y las vocales se transmutan con facilidad. Así, el hebreo bécah o bácah, a través de bachalarius, podría ser el origen de los términos bachiller y becario.

En la práctica, el empleo de la beca también ha sido doble. De hecho, desde el principio, en colegios y centros educativos regentados por comunidades religiosas, algunos estudiantes, en atención a su comportamiento y sus especiales ligaduras al ideario de la institución, en definitiva a su vitta, a su vinculación, eran distinguidos con los colores y emblemas de la propia comunidad.

Por otro lado, la beca ha sido el atuendo distintivo de estudiantes que disfrutaban de una ayuda a la manutención, a saber, de los miembros de Colegios Mayores, que fueron fundados precisamente con este fin. 

Los tiempos cambian: los Colegios Mayores ya no sufragan la manutención de los estudiantes, y acoger una beca ya no es recibir bécah, monedas. Con todo, algo sigue siendo verdad en estos dos sentidos. Estamos aquí, no por nuestros méritos, sino por la ayuda recibida. Esas becas deben ayudarnos a recordarlo, para movernos al agradecimiento, para aprovechar el don recibido y para devolver a los que nos siguen lo que antes otros hicieron por nosotros.

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